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Pero, claro, no se trata de una reproducción fidedigna de las plantas, lo cual, si bien es válido, no es el trabajo de la artista. Las pinturas de Pilar Copete van más allá de eso. Si bien las plantas son fácilmente reconocibles, estas no necesariamente copian el color de las hojas o de las flores. Pueden tener tonos que van desde el gris original de un frailejón hasta un sutil azul jamás visto en la planta o, incluso, una sombra ocre o naranja; colores de por sí muy difíciles de combinar de manera armónica.

Enrique Uribe Botero

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